Cómo mejorar las conversaciones con mi hijo

¿Cómo puedo ayudar a mi hijo con autismo a a mejorar sus habilidades de conversación?

¿Observas que tu hijo sabe responder a preguntas que le haces, pero después tiene muchas dificultades para mantener o iniciar una conversación?

Bien, pues este artículo te interesa. En el post anterior, hablábamos de cómo fomentar el contacto ocular (si no lo has visto, te recomiendo que lo veas, puedes hacer clic aquí) y de cómo podíamos potenciarlo de manera natural. En el post de hoy,  te quiero hablar de cómo podemos ayudar a los niños y adolescentes con autismo a mejorar sus habilidades conversacionales.

Antes de empezar, tenemos que averiguar qué habilidades tiene y en cuáles hay que apoyarle

Para ello, debemos averiguar qué habilidades mentalistas tiene.

Me explico: durante una interacción, no sólo está en juego lo que se dice, sino cómo se dice y el efecto que pueda tener en la otra persona.

Y para eso, debemos tener desarrolladas las habilidades mentalistas, es decir, la capacidad para ponernos en el lugar del otro y tener una «teoría» sobre lo que puede estar pensando y sintiendo esa persona.

Así, si estamos contando algo aburrido para la otra persona, nos daremos cuenta porque vemos que apoya la cabeza sobre su mano, empieza a mirar hacia otros lados, el cuerpo está orientado hacia un lado u otro, etc. Y entonces, pensamos «quizás se esté aburriendo porque no le interesa lo que le estoy contando, voy a cambiar de tema«.

Aburrimiento

Por eso, es importante saber si el niño o adolescente con autismo tiene desarrolladas esas habilidades. Sino, debemos empezar trabajando Teoría de la Mente y luego continuar con las habilidades de conversación.

Como eso da para otro post por lo menos (que haré más adelante), vamos a  suponer que sí que tiene desarrolladas esas habilidades.

Pasos para aprender a mantener una conversación

Como todos sabemos, una conversación consiste en un intercambio de información entre dos personas, no solamente para pedir cosas, sino también para compartir momentos y experiencias. O simplemente para ser amigable.

Las conversaciones más «triviales» son las que más les cuestan a las personas con autismo, porque son conversaciones desestructuradas y con un alto contenido de charla social.

Sabiendo todo esto, los pasos que debemos seguir son:

  1. Para empezar una conversación, debemos primero conseguir la atención de la otra persona. Parece obvio, pero muy frecuentemente hablamos sin saber si la otra persona nos está prestando atención o si está pensando en sus cosas. Así que lo primero que tenemos que hacer es captar su atención. ¿Cómo? Acercándonos a él o ella, llamándole por su nombre y una vez que sepamos que nos está escuchando (porque nos está mirando o porque nos responde), ya empezamos la conversación.
  2. Podemos empezar trabajando estas habilidades con temas que le interesen al niño o al adolescente, pues para él o ella le será más fácil mantener esa conversación.
  3. Podemos iniciar nosotros la conversación con una pregunta más o menos abierta (es decir, que no sea de respuesta «sí» o «no», sino que tenga que decir algo más).
  4. Cuando termine de contar lo que se le haya preguntado, podemos darle una pauta de cómo seguir la conversación haciendo hincapié en las emociones, es decir, explicarle que te gustaría que te preguntara a ti tu opinión porque eso te pone contento/a, ya que piensas que eres importante para él o ella. Algunas ideas son que nos pregunte a nosotros si sabemos sobre algún tema en concreto (que tenga que ver con lo que está contando, claro), que pregunte sobre nuestra opinión o que nos devuelva la pregunta que le hemos hecho (por ejemplo, «¿qué tal el día?» y que él o ella responda con lo que le haya ocurrido y después que pregunte «¿y tu día qué tal?»). 
Habilidades de conversación

Es conveniente que tengamos escritas dos o tres opciones de cómo puede seguir la conversación para evitar que se bloquee y así pueda tomar una decisión más fácilmente.

Una vez que se haya trabajado durante un tiempo esta habilidad y la haya interiorizado, podemos animarle a que busque ideas que puedan hacer mantener la conversación o hacerla virar hacia otro tema, una vez que haya acabado ya el tema de conversación anterior. Por ejemplo, si ayer ocurrió un evento especial (un cumpleaños de un amigo/a, un nuevo trabajo, que te hicieras una pequeña herida, etc.), podemos proponerle que nos pregunte sobre ese tema («por cierto, ¿qué tal tu herida?»)

 

Espero que estas pautas te resulten útiles y si tienes cualquier comentario, estaré encantada de leerte más abajo. 

 

Estas y otras habilidades sociales las trabajamos en nuestras sesiones individuales y grupales de terapia para niños, adolescentes y adultos. Si quieres más información, no dudes en escribirnos.

 

Un abrazo,

 

Marta González

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